En vísperas del comienzo del invierno, el frío ya empezó a manifestarse y junto con él gripes y resfríos propios del cambio climático. La prevención, consulta médica y cura de estas enfermedades, generalmente invernales, son cada vez más costosas. La suba de precios de medicamentos respecto a 2010 es de aproximadamente un 15 por ciento. Los genéricos son una opción interesante y más accesible a la hora de comprar en la farmacia.
Analgésicos, descongestivos y antifebriles son, en esta época, los fármacos más elegidos para combatir el resfrío o la gripe, con frecuencia la persona enferma evita la visita al médico y decide tomarlos por su cuenta. Aunque se abaratan costos, muchas veces terminamos pagando tres veces más porque el remedio no era el indicado y la cura termina siendo peor que la enfermedad.
Como en todos los ámbitos de la vida, la inflación llegó a los medicamentos. Cada vez es más caro estar enfermo, pues además de abonar la consulta del médico, debemos pagar abultadas sumas en la farmacia para obtener una correcta acción terapéutica. En mayo de este año los remedios registraron un aumento de casi el 16 por ciento respecto al mismo mes de 2010. Sin embargo no es el único incremento que sufrieron, pues “cada aproximadamente dos meses registran algún aumento”, cuenta Fabio, dueño de la cadena de Farmacias Milanesio.
Mismo efecto, diferente precio
El jarabe Ibupirac x 90 ml, de 23.60 pesos que salía el año anterior, hoy sale 26.21 pesos. De igual manera, la Novalgina en jarabe x 200 ml, hoy tiene un costo de 39.39 pesos, registra un aumento del 7 % respecto a 2010. Por su parte, el antibiótico Optamox Duo 1gr x 14 comprimidos de 90.06 se fue a 105.16 pesos, una variación del 15 por ciento. Los medicamentos para la hipertensión, el colesterol y los antibióticos son los que han sufrido mayor incremento en sus costos.
Las diferencias de precios entre medicamentos de nombres comerciales y los denominados genéricos, es abismal. Según la OMS, un medicamento genérico es aquél vendido bajo la denominación del principio activo que incorpora, siendo bioequivalente a la marca original, es decir, igual en composición y forma farmacéutica y con la misma biodisponibilidad. Puede reconocerse porque en el envase del medicamento en lugar de un nombre comercial, figura el nombre de la sustancia de la que está hecho.
Aunque no difiere la eficacia producida en el organismo, si lo hace en precio. Al respecto, Milanesio, dice: “Los genéricos son de calidad comprobada y siempre son una alternativa al momento de adquirir medicamentos”. En algunos casos, la diferencia de precios es de hasta el 200 por ciento menos.
Para ejemplificar, tomamos algunos de los fármacos más solicitados y hacemos una comparación. Mientras que el Ibupirac jarabe x 90 ml, analgésico y antifebril, tiene un costo de 26.21 pesos, el genérico puede comprarse por 9.90 pesos. En cuanto a la dipirona en jarabe, que es la droga de la Novalgina, tiene un costo de 16.90 pesos, a diferencia de ésta última que sale 39.39 pesos, es decir, más del doble del genérico.
En el caso del Actron 400 x 10 cápsulas, sale 10.30 pesos, mientras que un analgésico y antifebril genérico con iguales características, tiene un costo de 2.50 pesos. Sin dudas una diferencia grandísima. Por su parte, el antibiótico Optamox Duo 1 gr x 14 comprimidos, tiene un precio de 105.16 pesos; el genérico con igual acción terapéutica tiene un costo de 55 pesos.
Es importante destacar que los precios de los productos genéricos no están regulados por ningún ente, por lo que cada farmacia considera cual es el valor a cobrar al público. Por esta razón, asegura Milanesio, pueden existir diferencias notables entre el mismo genérico en diferentes farmacias.
Automedicación
La brecha entre el valor de los medicamentos de marca comercial y los genéricos es abismal, pero además de esto se da algo muy común, la automedicación. Tomar un remedio por propia voluntad sin supervisión médica, sino por recomendación de un vecino o sugerencia de un amigo, se ha vuelto socialmente una mala costumbre. Los consumidores prefieren la obtención rápida de los medicamentos, a las largas esperas en los centros de salud. Sin embrago, en muchas ocasiones la automedicación puede significar el pago de precios más elevados.
Para poder magnificar lo que estamos diciendo, asesorados por Fabio Milanesio, hicimos una comparación entre el total a pagar de una receta del doctor, con medicamentos de marcas comerciales, el total con la misma receta, pero genéricos, y por último, lo que saldría automedicarse. “El farmacéutico siempre aconsejará un producto de venta libre, sin embargo estos productos muchas veces no cumplen con la totalidad de las acciones terapéuticas requeridas para la patología consultada”, explica Milanesio.
Una prescripción médica para una infección de vías aéreas acompañada de resfrío; Optamox Duo 1 gr x 14 comprimidos, 105.16 pesos; Refrianex Compuesto x 20 comprimidos, 46.51 pesos; lo que hace un total de 151.67 pesos (en caso de no tener obra social ni descuento por pago de contado en la farmacia dispensadora). La misma receta pero utilizando genéricos, arroja un total de 101.51 pesos. La diferencia es del 33 por ciento respecto al recetado, sin tomar en cuenta el costo de la consulta médica.
El mismo ejemplo anterior, automedicándose, Amoxicilina 500 x 16 comprimidos más el Refrianex, da un total de 58.51 pesos. La diferencia es del 45 por ciento con respecto a la consulta médica. “Aun así, es importante resaltar que esta fórmula no garantiza que el resultado sea el óptimo o que el paciente no tenga una recaída”, afirma el farmacéutico. Y agrega: “El Optamox es un antibiótico de última generación, en cambio la Amoxicilina es un antibiótico viejo, al cual la mayoría de las bacterias son resistentes”.
El farmacéutico es, según la OMS, el primer profesional de la salud consultado por personas enfermas; entonces es responsabilidad del mismo derivar al médico cuando los medicamentos de venta libre no sean los adecuados para tratar al paciente.
Aunque los precios de los medicamentos hayan subido de manera excesiva, es conveniente realizar una visita al médico antes de decidir la ingesta de algún remedio por consejo o sugerencia de terceros. Es preferible no escatimar gastos a la hora de tratarse de la salud, pues a la larga podemos terminar con complicaciones, pagando incluso tres veces más, sólo por no realizar el trayecto lógico, primero el médico, luego la farmacia.
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