Los albores del otoño de 1950 en nuestro país, más allá de la época gloriosa del peronismo, significó para once familias el comienzo de una búsqueda incesante, cargada de dolor, teñida de desesperación e incertidumbre. Aquél 22 de marzo tres aviones Avro 694 Lincoln de la Fuerza Aérea, despegaron en una misión de entrenamiento de navegación hacia Tierra del Fuego. Ante una fuerte tormenta, dos regresaron, el restante desapareció. Entre los tripulantes se encontraba un sanfrancisqueño, el Sargento Adelmo Amoroso.
En 2011 se cumplieron 61 años del terrible episodio, en el tiempo transcurrido no se investigó cuales fueron las causas, cómo había acontecido y qué sucedió con los restos de los tripulantes. En abril de 1983, cuando se cumplían 33 años de ausencia, los deshielos dejaron al descubierto vestigios de un avión. Una expedición que cruzaba la Cordillera los encontró y empezó a armarse el rompecabezas, sin embargo no se dieron a conocer mayores detalles.
En marzo de 2009, un grupo de turistas australianos en excursión, encontraron partes de la máquina siniestrada y restos óseos. Este nuevo hallazgo determinó la formación de la Comisión de Familiares por la Repatriación y Restitución de los restos de los Tripulantes del Avro Lincoln B-019, quienes junto con diversas autoridades del Ministerio de Defensa, la Cancillería y las fuerzas aéreas de los gobiernos de la República Argentina y de Chile, solicitan la recuperación de los cuerpos de sus familiares.
Los restos encontrados dos años atrás a orillas del Estrecho de Magallanes, fueron estudiados y analizados por expertos en la materia. Lamentablemente, los resultados oscurecieron la esperanza de familiares y amigos; pues los cuerpos hallados en 2009 no pertenecían a la tripulación. Tras practicarles una serie de estudios, los forenses descartaron que se traten de restos de los tripulantes. Los huesos hallados pertenecerían a pobladores que vivieron entre los años 1680 y 1800, casi tres siglos antes.
Restos hallados a la vera de los glaciares |
El día del siniestro
Aquella fecha, tres aviones Avro Lincoln MKII de la Fuerza Aérea Argentina, matrículas B-019, B-026 y B-013, despegaron de la base aérea de Villa Mercedes (San Luis), en una misión de entrenamiento. El jefe de escuadrilla era el capitán Mendioroz, que comandaba el B-019; la otra máquina la comandaba el capitán Naveiro y la restante el capitán Borderes Castex, según relata el historiador José Alberto Navarro en su sitio web.
Luego de hacer una parada en Río Gallegos para cargar combustible, los aviones de combate levantaron vuelo con lapsos de cinco minutos de diferencia entre ellos, con destino a Ushuaia. Las condiciones climáticas eran excelentes y los aviones tenían buena comunicación entre sí mediante el uso de radios de alta frecuencia. Cuando estaban llegando a Tierra del Fuego la situación climática empeoró, dos de los aviones retornaron a la base, pero el B-019 nunca volvió. Después de 48 horas de búsqueda sobre la zona del lago Fagnano, lugar del último reporte radial, el avión se declaró desparecido.
Aparte del sargento Adelmo Amoroso, integraban la tripulación el piloto de la máquina, capitán Bautista F. Mendioroz y los tenientes Raúl J. Zarzuela (copiloto); Emilio Barros y Carlos Marcos Modolo (navegadores); el suboficial auxiliar José Enrique Marcuzzi y el sargento Adrián E. Heynen (radiotelegrafistas); el suboficial auxiliar José Antonio Bianchi (mecánico); el sargento Héctor Oscar Ibañez, y los cabos mayores Federico Nicolás Pacheco y Humberto Francisco Losardo.
“Caído por la patria”
Cuando uno ingresa al cementerio local, puede observar a su izquierda un monolito homenaje al sargento Adelmo Carmen Amoroso, uno de los tripulantes desaparecidos en el accidente, oriundo de nuestra ciudad. Muchas veces pasamos por allí desconociendo de qué se trataba ese pedestal de mármol, con una hélice y la leyenda “Caído por la patria”. Quizás para la mayoría no representó importancia, pero debemos saber que ese joven servía al país en la Fuerza Aérea y perdió su vida en una misión.
Adelmo Carmen Amoroso vivió en San Francisco largo tiempo, junto a sus padres, Mario Amoroso y María Morero, y Nino, el hermano menor. Su padre - relata Navarro-, tenía instalado un negocio de peluquería denominado Salón Azul que se encontraba en el local ubicado en 25 de Mayo al 1500, y luego se trasladó a su domicilio de calle Belgrano, entre Colón y España.
Adelmo Carmen Amoroso vivió en San Francisco largo tiempo, junto a sus padres, Mario Amoroso y María Morero, y Nino, el hermano menor. Su padre - relata Navarro-, tenía instalado un negocio de peluquería denominado Salón Azul que se encontraba en el local ubicado en 25 de Mayo al 1500, y luego se trasladó a su domicilio de calle Belgrano, entre Colón y España.
La familia Amoroso era oriunda de Buenos Aires, pero se radicó en San Francisco a finales de la década de 1930, aproximadamente. Adelmo, junto a su hermano formaron parte del equipo de básquetbol del Club El Ceibo, durante los primeros años de vida de la entidad desde 1943 en adelante. El baloncesto, por entonces, era todavía una novedad en San Francisco y sólo lo practicaban unos pocos grupos barriales, explica en su página el historiador.
Cuando el joven egresó del colegio secundario, se incorporó a la Fuerza Aérea Argentina, siguiendo una vocación hondamente arraigada en su espíritu joven. Su contracción al trabajo, un carácter dócil y una clara inteligencia lo hicieron merecedor del afecto y el respeto de sus amigos y camaradas de armas, estos valores le permitieron ascender prontamente en el escalafón militar.
En aquél momento, la noticia de la desaparición del avión estremeció a la ciudad de San Francisco, pero con el paso de los años esta historia fue desvaneciéndose. En ocasiones y cuando algo nuevo surgía al respecto, los medios nacionales levantaban la noticia y el caso se posicionaba por uno o dos días en la agenda. Aun así, es una historia que todos los sanfranciqueños, aun los más jóvenes deberían conocer. Sin dudas, esta es una de las tantas historias que la ciudad con sus 125 años tiene para desempolvar, hacer memoria y mostrar a todos sus habitantes.
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